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martes, octubre 8, 2024
Boxeo

El día que Ali se negó a dar un paso al frente y lo despojaron de los títulos

“Yo no tengo problemas con los vietcong. Ningún vietcong me ha llamado nigger (negro)”. Esta frase le bastó a Muhammad Ali para ser condenado casi al olvido el 28 de abril de 1967, el día en que por poco se acaba su carrera de boxeador.

Este martes se cumplen 53 años exactos del momento en que Ali se rebeló al negarse a dar un paso al frente para ser reclutado por su país, Estados Unidos, y cumplir con el servicio militar en la Guerra de Vietnam.

Pero la historia de rebeldía y valentía de Ali, bautizado con el nombre de Cassius Clay, comenzó desde su nacimiento el 17 de enero de 1942 en Louisville (Kentucky), donde los enfrentamientos raciales eran el pan de cada día.

Desde niño aprendió a luchar para superar las injusticias, los prejuicios y la discriminación racial. Además, eran los tiempos del auge musulmán en la comunidad afroamericana estadounidense.

El origen de su amor al boxeo nació de un robo. Lo asaltaron para quitarle su bicicleta cuando tenía 12 años de edad y el policía que recibió su denuncia, que también era entrenador, le aconsejó aprender a pelear ya que ese no iba a ser el primer agravio al que se enfrentaría.

Seis semanas después Clay ganó su primer combate aficionado. Y de ahí en adelante su nombre comenzó a oírse en todos lados hasta convertirse en ‘The Greatest’ (El Más Grande).

Su nombre original, Cassius Marcellus Clay, se lo pusieron sus padres como tributo a un granjero blanco que liberó a los cuarenta esclavos que heredó de su padre. Pero el nombre de Muhammad Ali lo convirtió en leyenda y lo catapultó al estrellato.

Ganó el título semipesado en los Juegos Olímpicos de Roma en 1960 y después, ya como boxeador profesional, su carrera creció vertiginosamente: 19 triunfos en 19 combates, 15 de ellos por nocaut.

“Soy la parte que ustedes no reconocen, pero acostúmbrense a mí. Negro, seguro de mí mismo, engreído”, expresó con su característica verborrea, sin sonrojo alguno y sin miedo, justo cuando comenzaba el activismo social para lograr la igualdad racial en Estados Unidos.

El 25 de febrero de 1964 en Miami, Clay derrotó a Sonny Liston por nocaut técnico en el sexto asalto y se coronó campeón de los pesos pesados de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), el Consejo Mundial (CMB) y de la Comisión Atlética de Nueva York (NYSAC).

Allí en medio de su festejo en el cuadrilátero gritó: “¡Soy el más grande!, ¡Soy el más grande!”. Y lo gritó tanto y tan alto que no solo se lo creyó el, sino que lo demostró al mundo entero.

Pero Clay, el púgil que hizo célebre la frase “flota como mariposa, pica como abeja” o la de “mis manos no pueden golpear lo que mis ojos no ven”, sorprendió al mundo al día siguiente de obtener su primer título mundial con una de sus controvertidas declaraciones.

Anunció que se había convertido a “la Nación del Islam”, y que su nuevo nombre era Muhammad Ali -que significaba ‘el Amado de Dios’-, porque Cassius Clay, según él, era un símbolo de la esclavitud.

A partir de ahí, Ali defendió nueve veces el título: desde la revancha con Liston, en mayo de 1965, hasta la pelea con Zora Folley, en marzo de 1967.

Pero el Gobierno de Estados Unidos le tenía otros planes.

Le exigió al nuevo ídolo deportivo, que generaba pasiones y odios, que se integrara a las filas del ejército y combatiera en la guerra de Vietnam, acción a la cual se negó.

Ali venía postergando en apelaciones su enrolamiento y su postura en contra de la guerra fue mal vista en una sociedad que lo tildó de traidor, antipatriota y que lo veía como un negro que reinaba en un deporte inventado por blancos.

Ese 28 de abril de 1967 el Tribunal Supremo se negó a concederle un nuevo aplazamiento, y Ali se presentó al centro de entrenamiento del ejército en Houston sin saber lo que le esperaba.

La ceremonia de alistamiento se completaba al dar un paso al frente cuando el oficial pronunciara su nombre, pero Ali no lo dio y se quedó en el mismo lugar y en silencio.

En castigo por negarse a ir al frente de batalla, además de quitarle sus títulos, Ali fue sentenciado a cinco años de prisión y le prohibieron boxear por tres años al quitarle la licencia.

Tres años, dos meses y tres días después de coronarse campeón, Ali, de 25 años, era enviado al ostracismo. El veredicto dividió a la sociedad entre partidarios y detractores de ‘El Más Grande’.

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En el Terreno de Juego

Redacción de prensa de En el Terreno de Juego. Puede seguirnos en las redes sociales: TwitterInstagram / Facebook  / Youtube